My name is Camilo Londoño Hernández. I am from Colombia and living with HIV since 2016. Three months after my diagnosis, I reached undetectable status. Since then, I have not stopped taking my pills. In October of 2021, I moved abroad to Germany to study for my master’s degree. I have a scholarship between the Colombian and German governments, writing foundations around the world, and having the advising consultant service from the University. However, I have not been allowed to access health insurance because of my “preexisting condition,” which implies a limitation for “terms and conditions of coverage.” Therefore, I am not authorized to receive my medication in this country.
Hoping to solve this problem in two months, I came with a reserve of 60 pills. It was not possible. Besides, I did not know how I would get my next bottle. So, in November, I decided —without medical supervision— to intersperse the dose to one day yes and one day no. In December, one friend who traveled to Spain brought me 30 pills more. My mom could pick them up with Colombian social security. I had to travel to Madrid for them. I took back my regular treatment. In January, a friend of a friend brought a new bottle to Dresden. My professor, who lives there, delivered it to the city where I live. By February, I wish to be part of the German health system.
Sara Ahmed’s book, Complaint, speaks about two ways of objection: formal and informal. In both cases, their tension affects the body and mind of the complainer. Hence, this force is just the reflection of the nonperformative system. In other words, institutions are like an organism without skin or head that penetrates the vulnerability of those who claim. In this way, they set free themselves and avoid the social, political, and ethical responsibility that they cannot assume or cover.
While I could figure out my formal complaint and be part of the German health system, I wrote this diary during the days I did not take my pills. These words are rabid reflect of my informal complaint. Consequently, I would like to believe that this voice performs and resists against that nonperformative system.
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Mi nombre es Camilo Londoño Hernández, soy colombiano y vivo con VIH desde el 2016. Tres meses después de mi diagnóstico alcancé el estado de indetectable. Desde entonces no he dejado de tomar mis pastillas. En octubre del 2021 me mudé a Alemania para iniciar mis estudios de maestría. A pesar de tener una beca entre el gobierno colombiano y el gobierno alemán, escribir a fundaciones alrededor del mundo y tener el acompañamiento de la universidad, no he podido ingresar al sistema de salud porque mi “condición preexistente” supone una barrera para sus “términos y condiciones” de cobertura. Por ende, no estoy habilitado para recibir mis medicamentos en este país.
Viajé con una reserva de 60 pastillas. Esperaba resolver este problema en dos meses. No fue posible. Sin saber cómo iba a conseguir la próxima botella, decidí —sin acompañamiento médico— intercalar la dosis a un día sí y un día no. En diciembre un amigo que viajaba a España me trajo 30 pastillas más. Mi mamá las reclamó en el sistema de seguridad social colombiano. Tuve que viajar a Madrid por ellas. Retomé mi tratamiento. Para enero una amiga de otra amiga trajo una nueva botella hasta Dresden. Mi profesora que vive allá las transportó hasta la ciudad donde vivo. Espero en febrero ya haber ingresado al sistema de salud.
Sara Ahmed, en su libro Complaint, habla de dos formas de denuncia: las formales y las informales. En ambos caminos su tensión afecta el cuerpo y la mente del denunciante, y dicha fuerza no es otra cosa que el reflejo de la no-performatividad del sistema. Es decir, las instituciones, como un organismo sin piel ni cabeza, penetran la vulnerabilidad de quien se queja. A través de este procedimiento se liberan y evaden la responsabilidad social, política y ética que no logran asumir ni cubrir.
Mientras logro resolver mi queja formal y hacer parte del sistema de salud alemán, escribí este diario durante los días que no injerí mis medicamentos. Estas palabras son el reflejo rabioso de mi queja informal. Así, quisiera creer que esta voz actúa y resiste contra esa no-performatividad.
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PS.
I post this diary from back to ahead in time to play and read upside down. Publico este diario de atrás hacia adelante en el tiempo para jugar y leer al revés.